jueves, 24 de marzo de 2011

35° Aniversario del Golpe de Estado de 1976


Los argentinos estamos recordando, una vez más, el golpe de estado cívico militar de marzo de 1976, han pasado 35 años, 29 de la recuperación de la democracia, en cuyo seno hemos nacido y crecido la mayoría de quienes somos hoy Hombres y Mujeres Libres.

Estamos recordando el golpe que hizo desaparecer a 30.000 compañeros, asesino a 15.000, encarceló y torturó a miles, obligó a más de 1.000.000 a exiliarse; por lo tanto creemos que debe ser una ocasión especial para reflexionar, para evaluar cuanto se ha avanzado, cuanto resta aun por hacer.

El golpe de estado del 24 de marzo de 1976 fue producto de la decisión de grupos económicos monopólicos de nuestro país, asociados con el capital financiero internacional, con el propósito de frenar el auge de las luchas populares de la década del 70 e imponer un siniestro plan económico en perjuicio del pueblo.

Este golpe inicio el tiempo más terrible de nuestra historia, en la cual el Terrorismo de Estado fue el elemento esencial para dar comienzo a una profunda reestructuración de nuestra sociedad. El principal objetivo de este golpe de estado fue establecer una nueva distribución del ingreso, que favoreciera a los sectores económicamente dominantes en nuestra sociedad.

Que ante un país desintegrado, debilitado institucionalmente al extremo, los intereses de la administración de los Estados Unidos y la cúpula de las Fuerzas Armadas junto a los sectores más retrógrados de la vida nacional, impusieron sus objetivos genocidas a sangre y fuego. El cual fue extendido se toda la región a través del Plan Cóndor que, con el acuerdo de las dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Brasil y Uruguay funciono implementando el terror en la región para asegurar el plan económico de desnacionalizaciones y entrega, y a la vez terminar con gobiernos progresistas que sostuvieran el andamiaje legal de protección a los trabajadores o políticas de movilidad social y que no se arrodillaran a favorecer los intereses del poder económico.

Que la drástica reducción de la participación del asalariado en la renta nacional, fue acompañada por el intento de la imposición de valores culturales impregnados por el individualismo, que favorecían a la deserción del Estado en el papel de prestador subsidiario de las necesidades sociales y como instrumento reparador de las desigualdades. Se impuso una política económica neoliberal de marginación y exclusión, cuales consecuencias pensadas eran la opresión de los trabajadores, la desintegración de la familia, y la marginación social de una cada vez mayor cantidad de jóvenes, así como un sistemático trabajo de devastación de la cultura nacional y popular.

Este modelo neoliberal implementado en 1976 y profundizado en la década de los 90, trajo como consecuencias una recesión y desocupación record en nuestra historia, la muerte de una innumerable cantidad de niños por día por causa del hambre y enfermedades evitables, la flexibilización y precarización laboral con sus consecuencias de superexplotación, salarios de hambre y destrucción de los derechos y conquistas históricas de los trabajadores, el abandono de nuestros jubilados, destrucción de la salud y la educación pública, una abultada deuda externa, la imposibilidad de llegada de amplios sectores a una vivienda digna y los servicios públicos en manos de empresas privadas transnacionales, llegando por último a la vergonzante concentración y extranjerización de la tierra.

Este plan económico, para quitar a nuestro pueblo y saquear a la Nación, sólo era viable a través de la implementación de un régimen del terror; y así se hizo. Se cercenaron todas las libertades de los argentinos, de los partidos políticos, de los sindicatos, de las asociaciones estudiantiles. Se reprimió violando los más elementales derechos humanos, terminando con la vida de miles de argentinos: los más, adolescentes, jóvenes, estudiantes y trabajadores. La dictadura militar fue el brazo ejecutor de ese proyecto de terrorismo de estado, impunidad y violación sistemática de derechos humanos a través de la desaparición, asesinato, tortura y la cárcel para los militantes populares, incluso con la sustracción de la identidad de sus hijos
Que a 35 años de aquel funesto episodio de nuestra historia, recordamos con dolor aquellos momentos cuando nuestro pueblo sufrió la degradación de la dictadura.

Que la memoria, para los argentinos tiene que ver con la posibilidad de que la experiencia trágica de los años del terrorismo de estado que vivimos, no se repita. Para ello deberemos reconstruir la memoria, aprender del pasado y proyectar un futuro donde lo esencial sea que todos los hombres puedan vivir con dignidad y se respeten sus derechos fundamentales. Debemos reforzar la convicción que la democracia es un valor que se construye día a día. Se consolida cuando disminuimos el espacio de la injusticia y se debilita cuando la realidad de la miseria, hambre y analfabetismo se abalanza sobre nuestros pueblos.

Que como se señalara en el prologo del libro NUNCA MAS de la Conadep: “Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el período que duro la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que solo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana”.

Por ello declaramos nuestro más enérgico repudio al Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, al cumplirse 35 años del trágico suceso, asimismo, a 29 años de la recuperación de la democracia, manifestamos la firme convicción de que la misma es el sistema de convivencia entre los seres humanos en Argentina y el mundo que garantiza la libertad y la paz.

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